"Sólo se es romántico cuando se es joven, incluso de viejo" (Entrevista a Gonzalo Suárez, 2004)


—¿Cuando fuiste adolescente ya pensabas en imágenes, soñabas con el cine? 
—Todos soñamos con imágenes. Y no es imprescindible hacer cine. La pantalla reduce nuestros sueños.
—Cítanos una película de tu adolescencia. 
Notre Dame de París. Me identifiqué con Quasimodo.
—Y hacer cine. ¿Cómo fue rodar tu primer cortometraje?
—Fue de repente. 33 años. 16 mm. En el pasillo de la casa de mi padre. Ibiza, 35, 8º A.
—¿Cómo fue la historia de Ditirambo vela por nosotros? ¿Qué quisiste contar? 
—Fue una historia improvisada. Y quise contar lo que le pasaría a un tipo como yo si, por la mañana, una mujer le declara su amor por el agujero del lavabo.
—¿Y la de El horrible ser nunca visto? Es una película muda, inspirada en un cuento de Trece veces trece. 
—El monstruo nunca es visto. Es simplemente un culo que parece una cara.
—Esos cortos, si los hubieras rodado ahora, ¿en qué hubieran cambiado? 
—En que no los hubiera rodado. Porque ya no sabría cómo hacerlos.
—¿Un corto es fruto de un trabajo en equipo? 
—Bastaron dos, mi hermano y yo, y una cámara Ballard a la que había que dar cuerda lo que modelaba, afortunadamente, la duración del plano.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre dirigir y escribir cortos?  
—La diferencia es que nunca he escrito un corto.
—¿Un autor las suele integrar en su primera vez ante las cámaras? ¿Qué crees que es más conveniente? 
—Si tienes medios, rueda lo que has escrito. Si no los tienes, escribe lo que has rodado.
—Además, para conseguir rodar un corto, uno tiene que hacer las veces de productor. ¿Un ejercicio obligado de creatividad y necesidad? 
—Un aprendizaje imprescindible para, de mayor, aprender a nadar entre tiburones. 

—Y tu primer largo, Ditirambo. ¿Qué quisiste contar con él? 
—Como pasar por la vida sin sentirse sometido, aunque todo quema, todo mancha, todo pincha.   
—¿Qué es un alter ego? ¿Con qué intención lo presentas? 
—Que se lo pregunten a Flaubert.
—Más adelante contaste la historia de una joven de 19 años, Mary Shelley, cuya imaginación dio vida a Frankenstein, el moderno Prometeo. La excelente Remando al viento obtuvo 6 premios Goya. ¿Cómo abordaste rodar juventud con el imaginario romántico? ¿Qué rasgos tuviste más en cuenta?
—Sólo se es romántico cuando se es joven, incluso de viejo.
—¿Qué destacarías de la figura de Percy B. Shelley? ¿Y de Mary W. Shelley? 
—Mary era la madre de un monstruo, y él su hijo.
—Por otro lado, ¿qué es lo que más te gusta del cine? 
—Que se mueve y uno no está solo.
—En tu obra y en tu cine es muy importante el mundo de las letras… un hábito para que viva en armonía con el mundo de la imagen. 
—Sería conveniente que acabaran acostándose en la misma pantalla.
—¿Cómo ves el maridaje actual entre cine y literatura? 
—El cine es adúltero y promiscuo aunque no se lo proponga.
—¿Qué opinas de que se trabaje el cine en las aulas? 
—Las aulas son un lugar de encuentro y el cine es la ventana por la que, los que se han encontrado, pueden escapar.
—¿Qué entiendes por educar la mirada? 
—La mirada es un reducto indomable.
—¿Cómo cultivar una mirada crítica y estética? 
—Una mirada miope sin gafas. Es ella la que tiene que cultivarnos a nosotros.
—Director de la excelente Los Pazos de Ulloa, ¿qué opinión te merecen las series actuales de producción española para la pequeña pantalla?
—Más allá del tamaño de la pantalla, no debiera haber fronteras entre películas y series de televisión.    
—¿Cómo ves la salud del cine contemporáneo? Y en concreto, la del español. 
—Para este diagnóstico, le sobran doctores a esta Iglesia.   
—¿Quién es Gonzalo Suárez?
—No sabe/No contesta.  

© Carlos Gurpegui, Cine por vez primera